lunes, 27 de septiembre de 2010

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Volver a tener que forjar sonrisas, fingir interés, explicar porque estuve allá, no me quedé alli, volvi para cá. Recuentar una y otra vez las histórias del destino. Saber a que se dedica. Que espera del futuro. Que le parece la política. Ah, te gusta el jazz! Ah, no comes carne! Oh, eres geminis!

Entrevistas interminábles donde vamos investigando poco a poco esta otra vida para saber si esta otra vida se encaja en la nuestra. Y cenas, y fiestas, y espectativas, y preguntas. Todo para después quizás recibir un “no”.

O sí si, apenas sentirse protegido dentro del campo magnético de esa otra persona: És que él es médico! És que ella me hace reír! Porque a él tembién le gusta el sushi y el gyntonic!

Y inconcientemente volver a buscar en las caras desconocidas de la calle aquella que quizá, tal vez, pueda que venga a ser todo aquello que lo otro no fuera. Aunque sabiendo que siempre seremos solos. Aunque sabiendo que nada es para siempre, que la vida da vueltas, que las cosas -y todos somos “cosas”- cambian con él tiempo. Aunque sabiendo que las frases hechas hacen todo sentido. Aunque sin ganas de nada, volvermos a caer una vez más en esta aspiral de hechos y acontecimientos en busca de lo que livianamente llamamos amor.




(gracias Caio, por entenderme)

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